miércoles, 8 de junio de 2011

Lo que no se perdona

Aguas turbulentas ***1/2
Pal Sverre Valheim Hagen, Trine Dyrholm
Dirigida por Erik Poppe.


(Por Leonardo A. Oyola). El tercer film de Erik Poppe, cierre de una trilogía iniciada en Schpaaa y continuada por Hawaii-Oslo candidata noruega al Oscar a la película en idioma extranjero hace un par de años, nuevamente se centra en un crimen cometido por menores de edad. En este caso un delito del que no conviene entrar en detalles debido al gran acierto por parte del guión, firmado por Harald Rosenlow Eeg, de ir dosificando la información de lo fatalmente acontecido mediante flashbacks;  mostrando los puntos de vista de víctimas y victimarios y, sobre todo, sus respectivos cambios de roles.
            Un joven que acaba de cumplir su condena en la cárcel intenta reinsertarse en la sociedad. Como el crimen por el que se lo acusó, además de aberrante, ha sido de una alta rotación por la cobertura de los medios decide cambiar su identidad para que volver a empezar no sea tan cuesta arriba. Dado su virtuosismo como músico consigue trabajo en una iglesia de organista en misas y demás celebraciones religiosas. Y la cosa por fin parece encaminarse hasta que es reconocido por una mujer que empieza a acosarlo.
            La película en su arranque coquetea levemente con el policial, específicamente con el thriller psicológico, hasta que empieza a descender al drama más duro y difícil de digerir; linkeando por la historia que narra hacia otras ficciones y a una realidad abrumadora. Por un lado, la película Vidas cruzadas de Sean Penn protagonizada por Jack Nicholson, Anjelica Houston y David Morse y por otro a un crimen tristemente célebre en el que sus autores confesaron imitar una escena de una película.
            Nadie se pregunta si en verdad el protagonista es culpable o no de lo ocurrido. Simplemente se lo ha etiquetado por lo que supuestamente hizo. Y tanto afuera como adentro de la prisión se lo castiga de forma constante como para que nunca se olvide el dolor que trajo. Un dolor que enajena; y que si bien en aquel film como director de Penn derivaba en la ira irrefrenable del personaje de Nicholson, acá deviene locura en la desesperante actuación de Trine Dyrholm como esa mujer rota intentando saber a cualquier precio la verdad de lo que pasó. 

Publicado en la RS Nro. 158.