miércoles, 4 de junio de 2008

Pablo Trapero: Leonera



Pablo Trapero vivió en San Justo. Pero deja bien en claro que solo paraba en Ruta 3 y Almafuerte. Será por eso que abandera más el camino antes que el barrio. El nomadismo de una búsqueda por sobre la sedentariedad que supone la esquina. El no quedarse ahí, donde no hay más para elegir que solo un puñado de opciones. Que estuvo bien haber ido a bailar al Jesse James siempre que pudo. Que por polleras supo patear por Casanova, Laferrere y Rafael Castillo. Que hizo todo lo que tenía para hacer allá. Y que después, para poder seguir en movimiento, simplemente se fue.



Durante la charla que mantiene con Rolling Stone en las oficinas de su productora en Almagro, Matanza Cine, el realizador de Mundo Grúa no deja de nombrar una y otra vez a Marti y a Mateo; y lo mismo le pasa con la palabra “contraste” y sus derivaciones. “Marti” es su mujer, Martina Gusmán, productora de varias de sus películas y protagonista de Leonera, la historia de una joven embarazada de pocos meses que queda detenida y procesada por sospecha de asesinato en una unidad penitenciaria. Mateo es el hijo de ambos. Tiene seis años y puede ver 300 sin escandalizarse por los combates, decapitaciones y demás barbaries entre espartanos y persas. Ahora bien, El castillo vagabundo o El viaje de Chihiro son otra cosa: inquietan y asustan a Mateo Trapero. Y gracias a esta mirada atenta, es que papá y mamá presentan su última película en la Selección Oficial del Festival de Cannes. Así lo cuenta el mismo Trapero:



“Mis viejos tienen una quinta en Cañuelas, que es una quinta de frutas y además hay animales. Nosotros vamos con frecuencia, más que nada desde que tenemos a Mateo. Y en uno de esos viajes, en el que vas por el Auopista Richieri, pasás por la Unidad Penitenciaria de Ezeiza, Mateo pega el grito: “¡Mirá, papá! ¿Por qué esa casa es rosa?” , y justamente era una cárcel de mujeres donde en esa unidad están madres con sus chicos. Es algo contrastante esa situación de ir a pasear con el nene a estar en el campo con los chanchos y los conejos y encontrarte con que a la vera de la ruta, estaban los pibes del otro lado del muro”.



Trapero marca el comentario de su hijo como una de las génesis del proyecto. En la otra estuvo, obviamente, “Marti” (ver recuadro). Escribió el guión junto con Alejandro Fadel, Martín Mauregui y Santiago Mitre; los mismo de El amor, primera parte. “Fue entrar a aprender. A escuchar y prestarle atención a lo que ellos nos querían contar. Vos a la cárcel pensando que la tenés clara y después todo se te va a la mierda. Los muros son un lugar donde los pibes dibujan y pegan stickers. Los chicos se cuelgan y se trepan de los barrotes de las rejas. Todo empieza a ser muy estridente. Para los dos lados. Porque vos lo ves al pibe en ese momento y la está pasando muy bien. Ahora las consecuencias que va a tener por crecer en prisión se van a notar mucho más tarde. Pero también hay otro interrogante que uno se hace, y acá no estamos hablando de cine, y es el de decir, okay, ¿entonces que se hace? Primero hay que empezar mucho antes. No es solo un problema del servicio penitenciario. ¿Es un problema de la justicia? Seguro. Es un problema estructural. Hay muchas cosas previas donde el estado, si vos vez a las escuelas en el estado en el que están, a los hospitales en el estado en el que están; si no cuidan esas cosas tan básicas, imaginate que nivel de atención pueden llegar a tener estos lugares. Hay tanto para atrás a donde ir que es muy difícil encontrar una respuesta que pueda contestar a todas estas particularidades. Y así y todo escuché a muchos internos decir yo prefiero estar acá que en mi casa. Escuché celadores envidiando lo que recibían los internos. Desde pañales y educación. Quejándose de las escuelas públicas a las que van sus hijos. Espero que esto que digo no sea tomado de forma erronea: la realidad es tan injusta que todo lo que pasa después va a ser también injusto. Es muy abrumador pensar que la mayoría de las internas todavía están esperando que le dicten condena. Una espera que comparten con sus hijos. Chicos que están presos por supuestos crímenes que hicieron sus mamás y todavía no se sabe si son culpables”.



Lo que propone la película es cómo, en la realidad particular en la que están, las cosas pueden mejorar. Que es lo que tratan de hacer sus protagonistas, Julia y Marta. Lo mejor que se pueda en una situación angustiante. Si hay una posibilidad de sobrevivir es gracias a la solidaridad y la esperanza, a determinados sentimientos que también están teñidos de otra cosa. Quizás la solidaridad no es tan desinteresada y la esperanza no tenga que ser tan noble. Pero por los motivos que sean estos vínculos se generan. Leonera pone el acento en eso, anhelando –según afirmaciones del propio Trapero- que este tipo de historias abran debates para que algo se pueda modificar tarde o temprano.


-Hablemos un poco de uno de los momentos más luiminosos de la película, de cómo es la navidad en Leonera.

Sabía que iba a existir una relación directa con El bonaerense en esa escena. Pero lo que a mi me gustaba era que fuera lo opuesto. Las fiestas que pasa el Zapa son apocalípticas y acá en Leonera, si bien dura, la navidad de Julia y Tomás es de una ternura que a mi me mata. Me emocioné cuando la escribí. Me emocioné cuando la hicimos. Me emocioné cuando la filmé. Me emocioné cuando la edité. Me emociona cada vez que la veo.

-Coincido con vos cuando afirmás que si te quedás allá, en el conurbano, no tenes mucho para elegir.

Fijate que la diferencia entre el celador y el interno es casi accidental. En muchos casos todos te dicen “yo no nací diciendo tenes que ser celador, papá. En mi barrio mi viejo me dijo tenés tres opciones: o te hacés prostituta, o te hacés chorra o sos penitenciaria”. El límite entre el chorro y el cana es como la vida quizás te llevó para un lado o para otro. Muchos celadores tienen en sus pabellones guardados a familiares. Son del mismo barrio. Se conocen desde siempre. Es una situación muy dramática. El tipo que tiene que cuidar y que en muchas ocasiones tiene que reprimir al otro lado de la reja... Situaciones muy contrastantes. También se genera lo opuesto. Simpatías y cercanías. Por este ratito todos venimos de Casanova, que se yo, todos venimos de tal lado. Tenemos algo en común... El lugar de origen, la situación social son muy afines. Genera contradicción. Genera mucho odio.

¿Qué nos querías dejar con Leonera?


La película no viene a traer luz ni viene a explicar. Muestra una realidad donde vamos a estar todo el tiempo en este contrapunto. En prisión todo es rutina. Cuando eso se puede quebrar, se celebra. Un nacimiento es algo que se celebra. Estés adentro o afuera. Por eso en Leonera chocan dos cosas tan genuinas como lo son el derecho del nene de estar en libertad y derecho del nene por estar con la mamá.